¿Las altas capacidades tienen una predisposición genética?

 En adultos

La genética está inmersa en todo lo que concierne a la persona: la altura, el color de ojos… Pero, además de esta expresión más visible de nuestro código de ADN, también influye en otros aspectos, como, por ejemplo, la inteligencia.

Entendiendo esa relación entre genética e inteligencia, es inherente la conexión entre la genética y altas capacidades, ya que, si negásemos la existencia de una parte genética en lo que a las altas capacidades concierne, estaríamos asumiendo que se podría crear un ambiente tan rico y estimulante que diese como resultado una persona con altas capacidades. Sin embargo, la existencia de una predisposición genética no es factor suficiente para el total desarrollo de una alta capacidad, sino que debemos encontrar un equilibrio con el ambiente que nos rodea. Pongamos un ejemplo, si una persona cuenta con un factor genético por el cual desarrolla una gran altura, ¿eso la convierte directamente en una buena jugadora de baloncesto? La respuesta es no. En este caso, dicha persona cuenta con unas condiciones que le favorecen en el desempeño del juego de baloncesto, pero serán necesarias otras variables ambientales para que genere esas buenas competencias como: hábitos de entreno, una buena red de apoyo, una guía por parte de un/a entrenador/a, una alta motivación. Si cogemos este ejemplo y lo trasladamos al mundo de las altas capacidades estaríamos en el mismo caso. Existe una predisposición genética que necesita nutrirse de otros factores como la educación, el esfuerzo, el apoyo y la motivación entre otros.

En resumen, aun cuando por separado son dos factores muy importantes, necesitan de su interacción para poder funcionar y desarrollar sus capacidades en su plena funcionalidad.

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